domingo, 29 de octubre de 2017

El tiempo me mata.

El tiempo me mata.
Yo no soy el gato de mi vecina.
Solo tengo una oportunidad
 y el reloj y yo no somos capaces de entendernos
  y aunque cada 365 días me regale 60 minutos,sé que es un fraude económico y pasional.
Porque yo en este desvelo malgasté 70% de batería y un 30% de suspiros.
Un aire nostálgico que se lleva voluntad y razón,
y palabras,siempre palabras,que quizás solo leen ojos ciegos.
El tiempo nos  mata .
Sí, también a ti ,
y me sobrecoge la tristeza de que solo seas el poema que nunca he escrito.
Y que a estas horas me apetezca llorar tu boca,
como se llora a los muertos que se han querido.

viernes, 27 de octubre de 2017

27 de Octubre de otro año más.


Llevo tanto tiempo pidiendo lo mismo
al soplar las velas 
que creo que el deseo ha caducado.

                               ( Marlon )

lunes, 9 de octubre de 2017

Remueve la tarde preguntas 
y cosecha respuestas que no son nuevas,
que se saben de siempre.
Desde antes incluso que empezase a parecer 
que siempre ya no tiene nada que ver con todavía.
Porque aunque me quedan ganas de creerme 
que siempre no puede ser más que un adverbio de tiempo
que nada tiene que ver en mi vida,
ella jamás me lo contradice.
Ella que se lleva el corazón cuando se va.
Que tiene sonrisa de arco iris en plena tormenta.
Que la contraseña al resto de su cuerpo la tiene en sus manos.
Que hace temblar cada palabra que pueda quedarse quieta en mis labios.
No sé, responder a como es ella,
es como ir traicionando este vacío
porque de pronto llega y se sienta
y la duda se viste de seguridad
en la hermosa realidad
de que tengo sus ojos tras mi espalda
y que sin emitir sonido sonríe
mientras lee cuando yo escribo
Que ella es el nacimiento del sol en cualquier invierno.
Que es el arriba,el abajo, el centro de todos los brindis que aún no he hecho.
Que tiene la boca para cumplir los sueños de cualquier lengua sin remedio.
Que sus ojos son el paracaidas para abandonar los infiernos.
Que su cuerpo es el cielo repartido en edenes perfectos,
cada centímetro, un hogar para la sangre que pulsa los latidos.
No sé si luego, cuando ya no está,
sopla las horas como yo,
y maldice las cadenas de un reloj preso
en mis noches sin ella.
No sé qué escudo, qué estrategias,qué p--a arma de destrucción masiva
utiliza para asesinar este desequilibrio de yo aquí
y ella en la más lejana de las estrellas.
Mas si sé que sabe que la quiero y que me quiere
incluso tras la contrariedad,la tristeza fría de ser y no serlo.
Y sé que intuye que esto siempre será verdad
cien años después,
después de todos los siglos.